Church of Euthanasia

The One Commandment:
"Thou shalt not procreate"

The Four Pillars:
suicide · abortion
cannibalism · sodomy

Human Population:
SAVE THE PLANET
KILL YOURSELF




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Conoce a Chris Korda, la Thanos de la contracultura y el ángel de la eutanasia


por Noel Ceballos
8 de mayo de 2018

¿Obsesionado con 'Wild Wild Country'? Pues prepárate para descubrir la secta más desconcertante del siglo XX. O quizá fue todo una gran broma. Una en la que murió gente.

Debió de ser en la pequeña ciudad de Somerville, probablemente tras una noche de beats electrónicos y química pagana, cuando Chris Korda soñó con el alienígena. Su mensaje, preciso al tiempo que urgente, le sonó a esta programadora y compositora de tecno como una llamada a las armas, o la validación de un sentimiento incómodo que la había estado aterrorizando durante toda su vida. El ecosistema terrerestre, aseguraba aquella entidad onírica, no iba a soportar muchos más años de negligencia e irresponsabilidades por parte del ser humano. Sus palabras inspiraron tanto a Korda que, en 1992, decidió fundar la Iglesia de la Eutanasia, una organización religiosa con base en Boston que abogaba por acabar con el impacto de la sobrepoblación en la Tierra a través de la responsabilidad ética individual. "No procrearás" era su único mandamiento. Su lema: "Salva al planeta, suicídate".

La Iglesia de la Eutanasia ha sido descrita como una secta, un movimiento de concienciación social y una gran broma situacionista con mentalidad ecológica. Puede que fuese todas esas cosas al mismo tiempo. También es posible que la elaborada lista de consejos para quitarse la vida que ponía a la disposición de sus 200 miembros en la zona de Massachusetts —la cifra ascendía a más de mil online— fuera responsable de, como mínimo, la muerte de una persona. El planeta sólo tenía un problema real para Korda: nosotros. En concreto, la obscena cantidad de nosotros que lo poblamos. Viendo 'Vengadores: Infinity War', un blockbuster que pone en boca de su villano un credo muy similar al del eutanasismo, este redactor no podía dejar de pensar en ella. "Es una simple cuestión de cálculo", asegura el personaje de Thanos en la película. "Este universo ha agotado sus recursos. Si la vida se mantiene sin restricciones, dejará de existir. Se necesita una corrección".

Examinemos, pues, el controvertido legado de Chris Korda, ángel de la eutanasia y encarnación más extrema de las acciones de culture jamming que caracterizaron los últimos años del siglo XX. Alguien que conoció a su propio Thanos en un sueño, o que logró que centenares de personas lo creyesen mientras llenaban las ciudades de pancartas a favor del suicidio, el aborto o la muerte asistida. La Iglesia de la Eutanasia te da la bienvenida, lector. Procede con cautela.

No hay un planeta B

Desde pequeña, Korda prefería la compañía de un piano o un libro de teoría musical antes que la de cualquier otro ser humano, lo cual no se lo puso precisamente fácil en la colección de colegios de pago neoyorquinos a los que sus padres la apuntaron. El dinero nunca fue un problema en la familia: su padre, Michael, ya era novelista de éxito y editor-en-jefe de Simon & Schuster a los 33 años, por lo que él y su mujer Cassie se mudaron a Estados Unidos para tener al bebé. Al nacer, Chris fue identificada como varón, utilizando el pronombre masculino durante toda su infancia y adolescencia. Empezó a referirse a sí misma en femenino al cumplir la veintena, aunque iría basculando entre un pronombre y otro a lo largo de diferentes etapas de su vida. Dado que en sus últimas entrevistas se identifica como mujer, y en aras de la claridad, así lo haremos nosotros también en este artículo.

El apartamento de cinco dormitorios en Manhattan que las fortunas combinadas de su padre y abuelo (sir Alexander Korda, importantísimo mogul del cine británico) pudieron comprar no sirvió para apartarla del problema existencial que, según una entrevista concedida en 2013, asaltó a Chris Korda cuando acababa de cumplir diez años: el efecto irreversible del cambio climático sobre la vida en la Tierra, que llegó a ella en forma de titular del New York Times. Era, hasta cierto punto, inevitable, dado que la década de los setenta supuso un auténtico boom en el movimiento para la preservación del medioambiente: protestas contra la polución, la destrucción del hábitat natural o la proliferación de armas nucleares dieron como resultado una serie de hitos en la legislación federal norteamericana, como la Clean Air Act de 1970 ó el programa Superfund de 1980.

Este proceso de concienciación social se veía alimentado por una serie de artículos sobre el efecto invernadero, la contaminación masiva y otras causas de preocupación para la comunidad científica, luego no es descabellado valorar la influencia que todo ese clima pudo tener en el desarrollo de una fobia infantil que, si debemos creer a Korda al pie de la letra, la acompañó durante el resto de sus días, impidiéndola (por ejemplo) montar en metro sin imaginar al resto de pasajeros del vagón como especies animales de camino al matadero.

Entre finales de los 70 y principios de los 80, Korda pasa por varios institutos y facultades, hasta que acaba dejando los estudios para empezar a trabajar como programadora informática freelance. Dedica todo su tiempo libre a la música y empieza a identificarse como mujer, actuando en algunos espectáculos de temática drag y sumergiéndose a fondo en la escena LGBTI del área de Massachusetts. Es en esta época cuando renuncia a su fortuna familia, como gesto contra una sociedad mainstream a la que ya le había declarado a la guerra: a sus ojos, los Korda eran parte del problema, u otro ejemplo de asimilación dentro de una superestructura social que rechaza toda forma de diversidad, tanto biológica como cultural. En su proceso de rebelión, Chris Korda se refugia en el pasado, con las enseñanzas de las tribus nativas americanas y las vanguardias artísticas de principios del siglo XX como principales referentes.

En concreto, se siente fascinada por el movimiento dadaísta, cuyas acciones extremas para llamar la atención sobre una causa serían una gran fuente de inspiración para la Iglesia de la Eutanasia. Hacia 1991, Korda entra en contacto también con la música electrónica, un género que considera "apolítico por naturaleza" (y que, por tanto, se le antoja un vehículo perfecto para la transmisión de ideas contraculturales). Ya en Somerville, durante su estancia en un piso compartido con otras cuatro personas, es elegida en sueños por alguien a quien sólo podría referirse más adelante como La Entidad. Nada más despertar, Korda apunta el mensaje que le transmitió durante aquella calurosa noche de junio:

"Saludos. No somos de este planeta. No comprendemos vuestras extrañas costumbres. El ecosistema de la Tierra está fallando. Vuestros líderes lo niegan. Explicad. ¿Por qué vuestros líderes os mienten? ¿Por qué tantos de vosotros créeis estas mentiras? Explicad vuestras extrañas costumbres. ¿Por qué creer estas mentiras? Salvad al planeta. Suicidaos".

La única religión anti-humana

Korda decidió utilizar el final del supuesto mensaje alienígena como base para lo que, al menos en un primer momento, definía como un ambicioso proyecto activista. En efecto, los primeros miembros de la Iglesia de la Eutanasia eran caras conocidas de la escena artística y contracultural de Nueva Inglaterra, personas a quienes la fundadora conocía personalmente. En qué momento pasó de ser pura agit-prop medioambiental a congregación religiosa es motivo de debate, al igual que su propio estatus de secta sigue dividiendo aún hoy a los expertos en la materia.

Si aceptamos a Chris Korda como lider de un culto strictu sensu, tendremos que concluir que los eutanásicos tienen más que ver con la Church of the Sub-Genius o el Discordianismo que con, pongamos por caso, ese movimiento rajnishe que vuelve a estar de moda ahora gracias a la serie documental 'Wild Wild Country'. Ni Korda ni ningún otro de los reverendos de la iglesia obligaron nunca a nadie a beberse el Kool-Aid, pero los detallados manuales que ofrecían a cualquier interesado a través de sus octavillas y su página web (aún activa) la podrían situar en una liga muy similar a la de Jim Jones, pues ninguna otra sátira de la religión organizada ha podido, que sepamos, costarle la vida a alguien. Filosofía del absurdo, arma de agitación social, rama de activismo organizado contra los radicalismos del movimiento Pro-Vida, puro Neo-Dada en acción o secta peligrosa de origen extraterrestre: la Iglesia de la Eutanasia sigue siendo un complejo (y potencialmente peligroso) test de Rorscharch abierto a interpretaciones.

Centrémonos, pues, en los hechos. Verano de 1992: el primer evento oficial organizado por la Iglesia fue una contra-protesta a una manifestación skinhead convocada en Harvard Square, Cambridge. Korda aprovecha la ocasión para presentar en sociedad a su criatura, definiéndola como una aplicación práctica de los principios del antihumanismo. Tal como ella lo veía, el ser humano no estaba jugando limpio en la selección natural, luego cualquier especie que se dedique sistemáticamente a eliminar a la competencia debe ser combatida por cualquier medio necesario. La Iglesia de la Eutanasia contemplaba la condición humana como un obstáculo para el futuro de la Tierra: la única opción moralmente responsable que nos quedaba —ya que la industrialización sostenible, el respeto por la naturaleza y otros sueños del ecologismo se habían demostrado incompatibles con nuestra naturaleza— era desaparecer. Más adelante, la Iglesia desarrollaría este ethos en cuatro pilares básicos que, desde luego, podrían esconder una carga considerable de humor sardónico: suicidio, aborto, canibalismo (como medio para hacer desaparecer limpiamente a quienes opten por la primera opción) y sodomía (así como cualquier otra forma de placer sexual que no conllevase ningún peligro reproductivo).

A medida que la Iglesia iba ganando nuevos adeptos a través de su rudimentaria web y los primeros foros de AOL, así como a raíz de su asociación con el legendario (y muy controvertido) portal paranoia.com, Korda y sus colaboradores más cercanos empezaron a ser incapaces de saber a ciencia cierta si todo el mundo llegaba con una cierta mochila cultural, ecológica y/o activista a sus espaldas... o si, sencillamente, estaban atrayendo a un montón de suicidas sin demasiado interés en los principios básicos del antihumanismo o las acciones neodadaístas de agitación social. Quizá por ello, la Iglesia necesitó especificar que no apoyaba de ningún modo el asesinato o la esterilización involuntaria, sino que todas las medidas que sus fieles tomasen para atajar el problema en cuestión debían entrar dentro de su responsabilidad individual. De la misma manera, sus manifestaciones públicas cada vez hacían más evidente la deuda de Korda con el Cabaret Voltaire, subrayando su condición de stunts publicitarios y formulándose como performances hiperbólicas. La única manera de responder a un mundo progresivamente más absurdo es a través del absurdo, idea fundamental que guió su siguiente paso en la escena situacionista.

Non serviam

Unabomber for President fue el nombre del comité de acción política de la artista bostoniana Lydia Eccles y Korda fundaron de cara a las presidenciales de 1996. Su objetivo era evidente: proponer a Theodore John Kaczynski, más conocido por su seudónimo de "Unabomber", como candidato independiente a la Casa Blanca, bajo el lema "Si lo elegimos, no servirá". Por supuesto, el movimiento subversivo de colocar a un terrorista neoludita en las elecciones (a modo de agresiva enmienda a la totalidad) atrajo inmediatamente la atención de anarquistas, eco-socialistas y punks, amén de rimar con las acciones de la Iglesia de la Eutanasia.

La atención mediática que Korda y Eccles consiguieron con esta anti-campaña destinada a acumular votos de castigo contra el Sistema se multiplicó cuando los eutanásicos se abrieron hueco hasta el programa de Jerry Springer. En un segmento titulado "Quiero unirme a una secta suicida", miembros de la Iglesia su cosmovisión, intentando hacer todo el énfasis posible en el problema de la sobrepoblación y en el equilibrio natural con el resto de especies. El resultado fue, por supuesto, una ceremonia de la confusión a mayor gloria del amarillismo televisivo. Entre esto y lo del Unabomber, Chris Korda se había convertido al fin en una figura a tener en cuenta dentro de la escena contracultural de Estados Unidos, ocasión que aprovechó para publicar sus primeros EPs y discos a través de la discográfica alemana International DeeJay Gigolo Records.

El primer revés serio para la Iglesia tuvo lugar tras el 11-S, cuando Korda lanzó un videocliop, 'I Like to Watch' (2002), que combinaba imágenes de los atentados con escenas de vídeos pornográficos. La artista afirmó que se trataba de una protesta contra la fealdad y las tendencias totalitarias del capitalismo moderno, muy en la onda de Unabomber for President, pero el consenso entre propios y extraños era que, en esta ocasión, la suma sacerdotisa y su iglesia habían ido demasiado lejos. La auténtica tragedia tuvo lugar sólo un año después de 'I Like to Watch', cuando una mujer de 53 años fue hallada muerta tras haberse asfixiado con helio. Su familia encontró unas instrucciones detalladas de cómo hacerlo cerca de su cadáver, instrucciones que la web de la Iglesia ponía a disposición de absolutamente cualquiera que entrase en ella.

El asunto estuvo a punto de llegar hasta los tribunales, pero la Iglesia de la Eutanasia se comprometió a eliminar cualquier manual de su página, cometiendo de paso un paradójico hara-kiri a efectos prácticos: tras el vídeo de las Torres Gemelas y esto, muchos activistas que estaban con Chris Korda en su aventura neodadaísta dejaron de verle la gracia a un proyecto que, en cualquier caso, ya había agotado hace tiempo sus años de vida natural. La Iglesia sigue técnicamente en activo hoy día, pero más como una reliquia contracultural de finales de siglo que como un movimiento a tener en cuenta.

En su vida post-Eutanasia, Chris Korda se concentró en sus dos pasiones más allá del activismo: la música y el software. Tras trabajar en la primera impresora 3D en color a mediados de los 2000, la antigua adolescente aficionada a la psicodelia desarrolló Whorld, un programa de código abierto que permite crear imágenes altamente sinestésicas a través de las matemáticas. Korda también es responsable de varios programas de edición de audio, entre los que destacan WaveShop y ChordEase, cuyo objetivo es acercar la composición musical a personas que, quizá como le ocurría a ella en su infancia neoyorquina, necesitan un atajo para aplicar sus conocimientos teóricos y su creatividad a la práctica. De vez en cuando vuelve a dar entrevistas sobre la Iglesia, con dos hitos culturales recientes como 'Infinity War' y 'Wild Wild Country' como posibles catalizadores de muchas más. Mientras las esperamos, quedémonos con una de sus declaraciones más populares, realizada en la edad de oro de su movimiento (mediados de los 90). Quizá no sean la mejor manera de cerrar un artículo tan denso como este, pero quizá, sólo quizá, puedan contener la clave secreta de todo.

"Creo que el paso más allá de la comedia es entender la verdad, de modo que dedicaría parte de mi energía a gente así. Me reiría con ellos durante un tiempo, y después los golpearía realmente fuerte en la cara con un pez grande".

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